La Tradición
(Cuento Navideño)
Dic 2011
¡Cómo evolucionan las costumbres y tradiciones! dijo para sí Alberto al ver que, aun sin haber iniciado el mes de diciembre, ya algunas casas de su barrio lucían decorados propios de la navidad. En cuanto a los establecimientos comerciales ni se diga, ya llevaban un mes adornados sus aparadores con múltiples figuras, luces multicolores y paisajes nevados siempre tan añorados en una región donde la nieve cae cada cincuenta años, Se dio una vuelta por los recuerdos de su infancia, tiempos aquellos en que los “arbolitos” y “nacimientos” se ponían hasta la llegada de las “posadas” (a partir del 16 de diciembre) y en ocasiones hasta el mismo 24 de diciembre, para recibir al día siguiente, la navidad.
(Las posadas son las fiestas conmemorativas del peregrinar de la virgen María en busca de alojamiento para dar a luz el 25 de diciembre).
La anticipación en la decoración “navideña” de los establecimientos comerciales molestaba a Alberto porque nada tiene que ver el negocio con la religiosidad de la fiesta más significativa y luminosa del año, (de la que él alcanzaba a participar un poco), especialmente para los católicos, y se usa como pretexto para sacarle a la gente hasta lo que no tiene. En todo el tiempo prenavideño se rinde culto, no a Jesús, sino al dinero y se impone por todos los medios publicitarios como principal protagonista de las festividades decembrinas a una botarga que nació simultáneamente con una bebida nociva hecha a base de cafeína, colorante negro, agua, azúcar y CO2, producida y consumida en el mundo entero.
La obesa y barbuda botarga roja influye ahora en las mentes infantiles como dador de juguetes y golosinas tratando de desplazar la hermosa leyenda basada en los magos de oriente de que habla San Mateo en la Biblia.
Alberto, sabedor del mensaje publicitario de la ridícula figura, caricatura del nefasto capitalismo, se siente año con año contrariado y no digiere la aberración de mezclar el comercio y el consumismo con la conmemoración del nacimiento de Jesucristo. Se abstiene de “anticipar vísperas”, pero gusta y disfruta de las fiestas tradicionales de navidad que además le traen buenos recuerdos de los lejanos años que se fueron quedando detrás de él. Este año no sólo no “anticipó vísperas” sujetándose al calendario sino que ni siquiera asistió a ningún festejo de “posada” ni adornó su humilde vivienda con “nacimiento” o foquitos de luz intermitente. Por fortuna su hermana, una persona ya mayor que prácticamente cuida de nuestro amigo, al verlo tan abstraído durante varios días sin percibir el veloz paso del tiempo decembrino, ha dispuesto por su cuenta una exquisita cena para esta “nochebuena”
Alberto llegó ya entrada la tarde de su trabajo en un taller mecánico. Entró a su casa silbando alegremente y saludó con un beso cariñoso a su hermana a quien agradeció haberse afanado en los preparativos para la cena. Le dijo que aunque lo olvidó momentáneamente, tenía algo importante que hacer en ese preciso momento “además de un buen baño” bromeó con su hermana. Alberto colocó la vieja escalera de madera que él mismo había construido y bajó una caja de cartón de la azotea de donde extrajo un pequeño portal y diminutas figuras de cerámica que representaban a la sagrada familia. Veinte minutos, cuando mucho, le llevó instalar el pequeño portal y las figuritas que le dieron vida y calor al diminuto lecho de paja que, esperaba para esa noche, el nacimiento de Jesús.
Dzunum